Radiografía del poder
31 Mar
Tres noticias de actualidad nos permiten ver las interioridades del poder político. En Corea del Norte, en donde Kim Jong-un, símbolo del mayor régimen totalitario del mundo, amenaza con desatar una guerra sin cuartel a Corea del Sur y a Estados Unidos. En Guatemala, donde por primera vez se juzga al dictador Efraín Ríos Montt, quien gobernó ese país entre 1982 y 1983, y a quien hoy se le enjuicia por genocidio. Y en Colombia, nación que vive una democracia estable que lucha contra el terrorismo, sus expresidentes mantienen influencia en los tentáculos del poder. Uno se pregunta, ¿qué es el poder? ¿Por qué quienes están en el poder quieren más poder? y ¿Por qué quienes han dejado el poder quieren tener poder?
En la lectura de estos tres artículos, se puede encontrar la respuesta:
El poder a veces se hereda, lo que no suele ser buena cosa. Si personas que han llegado a él por méritos propios no es raro que acaben perdiendo los papeles y con ellos cuantos merecimientos pudieran exhibir para ejercerlo, qué no puede suceder cuando la batuta está en manos de un imberbe cuyo principal título para sacudirla en el aire es que su papá se la pasó.
Sentado en las escaleras de la sala, a pocos metros de Ríos Montt, brotan memorias de la guerra de Bosnia-Herzegovina y del Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia, con sede en La Haya, de la importancia ética de ver a los antes intocables -Slobodan Milosevic, Radovan Karadzic y Ratko Mladic- sentados entre dos agentes de seguridad. Llegan memorias del Tribunal Especial de Sierra Leona, de Charles Taylor, y del de Camboya, de los jemeres rojos. No existe perdón ni reconciliación sin dignidad y justicia. El poder es boato y el poder absoluto exige un boato absoluto. Si se desnuda al dictador de su desmesura queda expuesto.
– El oficio de ser expresidente:
El contrapunteo que protagonizaron el expresidente Andrés Pastrana y el ministro del Interior, Fernando Carrillo, por cuenta del proceso de paz en La Habana, al cual terminó sumándose el expresidente Ernesto Samper, ratifica una constante histórica: en Colombia los exmandatarios siguen siendo figuras tutelares de sus partidos o incluso impulsores de cuotas de poder. Con la posibilidad de ser candidatos a la reelección, con mayor o menor protagonismo, hoy juegan en el ajedrez político, algunos porque ya tienen herederos de sangre.
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